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Descolonización de América Latina: tarea aún pendiente
Por Yannick Feussi González

La descolonización de América Latina sigue siendo una tarea pendiente, incluso más de dos siglos después de los fervorosos gritos de libertad. La región aún navega un paisaje ensombrecido por máscaras invisibles del colonialismo. Esta no fue meramente una conquista territorial, sino una profunda imposición cultural e institucional cuyas huellas persisten tenazmente.
Nuestra independencia, aunque un heroico primer paso, liberó la tierra pero dejó mentes por descolonizar e identidades por formar, un desafío quizás
desentendido, o deliberadamente evadido.
La verdad, una espada afilada y necesaria, revela que la descolonización es nuestra tarea más crítica. El saqueo no terminó; solo se hizo invisible, reciclado por nuevos actores que perpetuaron la opresión y replicaron el círculo vicioso de desigualdad y dependencia. Como testamento, América Latina sigue siendo la región más desigual del mundo, con el 10% más rico concentrando un sorprendente 77% de la riqueza total (WIR, 2022).
La Mutación del Proyecto Colonial
El colonialismo ibérico trascendió la mera codicia; fue una empresa colosal que reconfiguró la esencia misma de los pueblos americanos. Mediante la encomienda, la mita y la esclavitud, se crearon instituciones para concentrar poder y riqueza en una minúscula élite, legitimada por doctrinas de superioridad racial y cultural. Esta ideología contaminó el tejido social, sembrando semillas de desigualdad estructural que florecen hasta hoy.
La imposición cultural acompañó la violencia. La evangelización forzada y la destrucción de cosmovisiones milenarias, como la tragedia de Maní (1562), fueron clave para el dominio. La educación en América Latina, influenciada por modelos eurocéntricos, relegó el conocimiento indígena (Quijano, 2000). Esta lógica de deshumanización y extracción se extendió transatlánticamente, sentando las bases de una economía mundial intrínsecamente desigual que generó vastas riquezas para las metrópolis europeas.
La independencia, ese «grito y llanto de liberación», fue un sofisticado cambio de administradores. Las élites criollas heredaron no solo el territorio sino el modelo institucional opresivo. El latifundismo, donde el 1% más pudiente de Brasil controlaba casi el 50% de las tierras cultivables antes de 1985 (Buainain, 2003), es un claro ejemplo de esta continuidad. Las estructuras de concentración de poder y saqueo económico nunca fueron desmanteladas; solo disfrazadas.
El colonialismo interno persistió, manifestándose en el acceso diferencial a tierras, política y justicia para pueblos indígenas y afrodescendientes. La dictadura de Porfirio Díaz en México (1876-1911) entregó más del 20% del territorio nacional a empresas extranjeras, despojando comunidades. Aunque hubo reformas agrarias, la resistencia de élites y la corrupción impidieron una ruptura estructural definitiva.
Legado Económico y Colonialismo Mental
Los números, testigos implacables, confirman que América Latina sigue siendo la región más desigual, con el 1% de propietarios concentrando más de la mitad de las tierras cultivables (FAO). La lógica de la mano de obra barata persiste en salarios ínfimos. Esta concentración se reproduce en las dinámicas extractivas contemporáneas: petróleo, minería, agronegocios y datos.
La mayoría de las exportaciones provienen de estas industrias, perpetuando la dependencia. La deuda ecológica es la otra cara de este saqueo: América Latina es la región más peligrosa para defensores ambientales (Front Line Defenders, 2023). El saqueo ya no requiere galeones; solo firmas y cláusulas invisibles.
El neocolonialismo se manifiesta en el 35.1% de ingresos fiscales dedicados al pago de deuda (Latindadd) y 43 mil millones de dólares anuales por flujos ilícitos. La colonización más profunda es el colonialismo mental, arraigado en nuestra mente. Escuelas y universidades replican modelos eurocéntricos, relegando el conocimiento indígena. Las lenguas indígenas peligran; el 40% de niños y jóvenes no acceden a educación en su lengua materna (UNESCO, 2024).
La sabiduría ancestral, vital para desafíos como el cambio climático, es vista como «folklórica». Los medios y algoritmos digitales perpetúan esto, silenciando voces del Sur y
promoviendo el racismo digital. Como Paulo Freire denunció, la «educación
bancaria» adoctrina, produciendo sujetos dóciles. Esta dependencia cultural
limita nuestra soberanía.
Caminos de Descolonización y una Verdadera Emancipación
La resistencia no es nueva; es una llama ancestral. Los pueblos de América Latina nunca aceptaron pasivamente la subordinación. Hoy, este legado se renueva en propuestas transformadoras: la construcción de estados plurinacionales (ej. Ecuador y Bolivia), que reconocen la diversidad constitucionalmente, y la demanda por una educación crítica intercultural.
Se observa el florecimiento de economías solidarias y la búsqueda del Sumak Kawsay (Buen Vivir). Más de 230 millones de personas en América Latina vinculadas a cooperativas (CEPAL, 2023) demuestran un tejido social resiliente. Como Boaventura de Sousa Santos señala, necesitamos un «pensamiento alternativo acerca de las alternativas», recuperando las epistemologías del Sur.
La descolonización en políticas públicas implica: Reforma Agraria Comprensiva (ej. Ley INRA Bolivia); Fortalecer Estados Plurinacionales; Transparencia y Combate a la Corrupción (ej. CICIG Guatemala); Promoción de Economías Solidarias; Auditoría y Reestructuración de la Deuda Externa (ej. Ecuador 2008-2009); y una Reforma Educacional con Currículum Multilingüe e Intercultural.
La independencia fue un primer paso, pero la verdadera descolonización—la erradicación de estructuras de poder, mentalidades impuestas y desigualdades—es nuestra tarea trascendental. Este análisis propone caminos concretos y viables hacia la descolonización.
Nuestro desafío es construir sociedades verdaderamente libres y equitativas. La verdadera batalla se libra en la emancipación de nuestras mentes, la refundación de nuestras instituciones, la liberación de nuestras economías y el reclamo de nuestras identidades.
La libertad, para ser verdadera, debe ser simultáneamente íntima y colectiva. Debemos redescubrirnos como nuevos arquitectos, rompiendo de una vez por todas las cadenas invisibles que atan nuestra alma.
Y entonces sí: renaceremos.
Bibliografía
● Banco Interamericano de Desarrollo (BID). (2023). Desigualdad en
América Latina y el Caribe.
● Buainain, A. M. (2003). Reforma Agrária no Brasil: Experiências e Desafios.
Editora Unesp.
● CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe). (2023).
Panorama Social de América Latina.
● FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura). (2001). Pueblos Indígenas y Biodiversidad.
● Front Line Defenders. (2023). Global Analysis.
● Latindadd (Red Latinoamericana de Deuda, Desarrollo y Derechos).
(Cifras de informes recientes, ej., 2023 o 2024). Informes sobre deuda
externa y flujos ilícitos.
● Observatorio de Conflictos Mineros (OCM). (2023). Informes sobre
conflictos socio-ambientales en Perú.
● Quijano, A. (2000). Colonialidad del poder, eurocentrismo y América
Latina. En E. Lander (Comp.), La colonialidad del saber: eurocentrismo y
ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. CLACSO, Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales.
● UNESCO. (2024). Informes sobre lenguas indígenas y educación bilingüe.
● World Inequality Report (WIR). (2022). World Inequality Database.
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