El Acceso al Capital No Puede Ser un Privilegio: Una Agenda Pendiente para el Desarrollo

Uno de los mayores desafíos estructurales para los países en vías de desarrollo es el acceso al capital. No al capital especulativo ni al endeudamiento cortoplacista, sino al capital productivo que financia empresas, impulsa innovación, genera empleo y permite transformar economías. En ese contexto, el mercado de valores debería ser un actor central. Sin embargo, en buena parte de América Latina —y especialmente en Ecuador—, este mercado permanece estancado, subutilizado y alejado de la ciudadanía.

El mercado de valores es un espacio donde se encuentran dos necesidades fundamentales: el financiamiento y la inversión. Los emisores, que son empresas o entidades que requieren recursos para expandirse o desarrollarse, y los inversionistas, que buscan rendimientos sobre su ahorro. Cuando este intercambio se da de forma transparente, con reglas claras, acceso abierto y mecanismos eficientes, se genera un ecosistema virtuoso que favorece el crecimiento económico.

Una Región con Bolsas, pero sin Accionistas

América Latina no carece de bolsas de valores. Brasil tiene la B3 (Bovespa), una de las más grandes y sofisticadas de los mercados emergentes. Argentina opera con el índice MERVAL. México cuenta con la Bolsa Mexicana de Valores y el Índice de Precios y Cotizaciones (CPI). Colombia, Chile, Perú y otros países también cuentan con sus propios mercados bursátiles. Lo que sí escasea es la participación real de sus ciudadanos en estos mercados.

Los datos son elocuentes. En Brasil, solo el 8% de la población invierte en acciones. En Argentina, apenas el 2%. En México, un escaso 1%. En contraste, Estados Unidos tiene una participación del 55% de su población, Canadá del 49%, Reino Unido del 37% y Australia del 35%. La diferencia es abismal, y revela una brecha profunda no solo en términos financieros, sino también institucionales, culturales y educativos.

Lo más preocupante es que esta brecha no se está cerrando. De hecho, en muchos países latinoamericanos, la percepción de que invertir en bolsa es un juego exclusivo para expertos, especuladores o elites financieras, sigue muy presente. Mientras eso no cambie, el mercado de valores seguirá siendo un recurso subutilizado, con poco impacto en la economía real.

El Caso de Ecuador: Una Oportunidad Aún No Aprovechada

Ecuador, lamentablemente, se encuentra entre los países más rezagados. El mercado de valores ecuatoriano ha tenido un desarrollo limitado, fragmentado y con escasa penetración. Pocas empresas participan, los productos disponibles son escasos y poco sofisticados en general la ciudadanía desconoce qué es, cómo funciona o cómo podría beneficiarse de este sistema.

Pero esto no es un fallo aislado. Es el reflejo de un entorno donde históricamente se ha privilegiado el crédito bancario, la informalidad empresarial y la concentración del capital. Donde el Estado ha jugado un rol débil como promotor del mercado, faltan los incentivos fiscales, la educación financiera y la institucionalidad regulatoria que no han estado a la altura del desafío.

Diversos estudios han identificado los factores clave que impiden el desarrollo de mercados de renta variable en países como Ecuador. Entre ellos se encuentran:

  • la dificultad para hacer negocios,
  • la baja tasa de ahorro nacional,
  • el bajo ingreso disponible de las familias,
  • la falta de cultura financiera,
  • los riesgos asociados a la corrupción y la inestabilidad política,
  • y la limitada modernización del sistema financiero.

Estos factores, lejos de ser independientes, se retroalimentan. La ausencia de un mercado de capitales dinámico limita la profesionalización de las empresas, desalienta la transparencia, debilita la institucionalidad y reduce la competitividad del país.

El Mercado como Herramienta de Inclusión y Crecimiento

La falta de participación ciudadana en los mercados de valores no es solo un dato estadístico. Es una señal de alerta sobre el tipo de desarrollo que estamos construyendo. Un país donde solo unos pocos tienen acceso al capital es un país con oportunidades limitadas, donde la mayoría queda fuera del proceso de creación de riqueza.

El acceso al capital no puede seguir siendo un privilegio. Debe convertirse en un derecho económico, habilitado por un sistema financiero moderno, incluyente y transparente. Y para eso, es fundamental que el mercado de valores cumpla su rol.

Una bolsa activa, con productos accesibles, con reglas claras y con participación estatal, puede ser un motor extraordinario de crecimiento. Puede financiar proyectos de infraestructura, permitir que pequeñas y medianas empresas accedan a recursos sin hipotecar su futuro, y ofrecer a las familias opciones reales de inversión para su ahorro.

Pero nada de esto ocurre por sí solo, se necesita una estrategia nacional que reconozca al mercado de valores como un actor clave del desarrollo económico. Invirtiendo en educación financiera, generando incentivos fiscales, promoviendo la emisión de productos innovadores que logren integrar al sistema financiero para que se pueda generar confianza en inversionistas y emisores.

Inversión Nacional antes que Inversión Extranjera

Muchas veces se espera que los inversionistas extranjeros lleguen a dinamizar el mercado de capitales. Pero la realidad es otra: ningún inversionista serio pondrá su dinero en un país donde ni siquiera sus ciudadanos lo hacen. La inversión extranjera sigue la inversión nacional. Si los ecuatorianos no confían en su propio mercado, difícilmente lo hará alguien de afuera.

Por eso es tan importante fomentar la participación local. Crear mecanismos de mitigación del riesgo, como seguros para inversionistas minoristas. Garantizar la transparencia en la información. Fomentar la competencia entre casas de valores. Finalmente es una prioridad modernizar las plataformas para que el acceso a inversiones sea tan simple como abrir una cuenta bancaria.

El Rol del Estado como Inversor y Promotor

El Estado no debe limitarse a regular. Debe también ser un actor activo del mercado. Emitir instrumentos de renta variable, invertir en empresas con alto potencial, respaldar proyectos estratégicos y, sobre todo, dar el ejemplo de cómo se puede usar el mercado de valores para movilizar recursos hacia objetivos de desarrollo nacional.

Países con estructuras políticas distintas —tanto democráticas como autocráticas— han logrado desarrollar sus mercados financieros gracias a una constante: el compromiso del gobierno con el fortalecimiento del mercado de capitales. No es cuestión de ideología, sino de visión de país.

Un Llamado Urgente a Transformar la Realidad

La brecha entre los países desarrollados y América Latina en términos de participación en los mercados de valores no es un dato más. Es una expresión de nuestras limitaciones estructurales, pero también de nuestras posibilidades.

Cerrar esa brecha no es solo una meta financiera, constituye una política de desarrollo. Se debe garantizar que las empresas puedan crecer sin depender únicamente del crédito bancario. Los ciudadanos deben tener acceso a oportunidades reales para construir patrimonio. El desarrollo del mercado de valores requerirá profesionalizar la gestión empresarial fomentando la transparencia. Así podremos sentar las bases para una economía más sólida, moderna e inclusiva.

No podemos seguir postergando esta conversación. El acceso al capital no puede seguir siendo un privilegio de unos pocos. Democratizar el capital es una tarea urgente. El desarrollo del mercado de valores es el camino.


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